sábado, 9 de noviembre de 2013
A lo largo de la vida las pruebas van "in crescendo". Uno podría pensar que ya ha visto de todo y que la experiencia te permite afrontar ya, con bastante elegancia, todas las nuevas barreras. Pues no.
Los seres humanos que nos rodean pueden estar clasificados en categorías. La familia: te tiene que aguantar y ayudar o no. No puedes cambiar tus familiares. Los puedes adorar o evitar pero están ahí para toda la vida. Los conocidos son, eso, gente que conoces. En el intercambio con los conocidos todo es educación y decorum. Te escuchan, los escuchas y cuando te vas piensas lo que no has dicho y ellos lo mismo.
Los amigos : En esta fauna hay de todo. Normalmente se podría, también, dividir en categorías y subcategorías. Los que ríen contigo y los que secan tus lágrimas. Los que vienen a tu entierro y los que ponen flores durante 30 años. Los que te dan un beso y los que te abrazan. Los que te dicen que te quieren y los que te quieren de verdad.
Después de esos meses, y consciente de que yo y solo yo podía aprender a vivir con este vació y silencio, me admiro de la huida de mi alrededor. Es cierto que cuando tienes problemas, problemas de verdad todo el mundo huye. Confirmo. Mi marido siempre decía que la vida fuera de las bibliotecas es muy complicada. Ahora estas palabras cogen todo su sentido y puedo afirmar que la vida fuera de mi cuarto de coser es muy complicada.
Tengo personas a las cuales no hay manera humana de agradecer el apoyo que me dieron en el peor momento vivido hasta ahora, donde el dolor es tan intenso que te duele hasta el pelo. Pienso en Helena, Inmaculada y Dolores. Sin ellas hubiera perdido la cordura. Reconozco que soy monotema, no sé como afrontar la vida ahora y puede, puede, que por eso se alejaron, cansadas, seguramente, de afrontar y tomar una figura que no les pertenece.
Pero, siempre hay un pero, hay amigos que se quedan. Se quedan ahí para secarte las lágrimas. Se quedan aunque hayas pasado de moda. Se quedan y te animan, te escuchan, te comprenden y te hacen ver un futuro esperanzador. Jaume y la Merce se quedaron.
La Merce, dulce, cariñosa, divertida me acompaño la fatídica noche. Estuvimos ahí, las dos. Un amigo de mi marido dijo que la había escogido para que me acompañe en su muerte. Hoy estoy convencido de ello. Todo el mundo tiene un ángel, yo tengo a la Merce.
GRACIAS MERCE.
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Tienes mucha razón... la vida nos enseña que de amigos de verdad hay muy pocos, pero son más que suficientes.
ResponderEliminarTe acompaño en el sentimiento. No puedo saber lo que se siente, pero te digo que se ha de seguir adelante.